Vale la pena ver este filme de Martin McDonagh, un policial con tremenda carga dramática y chispas de humor, para darse cuenta que aún hay gente que en Hollywood hace bien las cosas.

 

 

LA HISTORIA

Es muy difícil dar una descripción de la película porque se podría estar contando (spoliando, le dicen ahora) situaciones que se van dando una a otra como una catarata a lo largo del metraje, hasta el final mismo.

Pero digamos que hace un tiempo largo una adolescente de 19 años fue violada y asesinada en Ebbing, un pequeño pueblo de Missouri.

La policía local no hizo nada o al menos no avanzó en la búsqueda del responsable.

Un día, su madre, interpretada magníficamente por Frances McDormand, al pasar por tres carteles desvencijados, en una carretera poco transitada y cerca de su casa, decide contratar una publicidad en ellos.

Así, levanta el avispero porque denuncia que el asesino sigue libre, y acusa al jefe de policía (Woody Harrelson) de la inoperancia de las autoridades.

Ello lleva a una sucesión de hechos, encadenados como si se tratara de un Dominó, donde van apareciendo las miserias de cada uno de los protagonistas, porque esa madre está decidida a no dar marcha atrás, soportando las consecuencias de sus actos, y con poco apoyo familiar y menos en el pueblo.

Lo interesante del filme es justamente que no hay buenos y malos. Todos tienen su cuota de héroe y villano, hasta la propia madre de la muchacha asesinada.

En la vereda de enfrente hay otra madre. Totalmente distinta. Su hijo es un policía corrupto, despreocupado, y ella alimenta ese lado oscuro, siendo totalmente permisiva, y promoviendo acciones por fuera de la ley.

Ese duelo de madres, si bien nunca se cruzan es uno de los aspectos más interesantes de “Tres carteles…”

También está la redención de ese hijo (estupendo San Rockwell) luego de pasar por una situación donde sufre una desgracia, y en esa situación lee la carta que le deja el jefe de policía antes de fallecer.

La película no renuncia a golpear duro, pero nunca cae en la caricatura. Cuando está en el borde de ella, logra zafar y retomar la senda. 

Si bien el filme sobre el final baja un poco su batería de drama, y aliviana el argumento, se sostiene el clima hasta llegar a un final abierto que apunta justamente a hacer Justicia por su mano o… el perdón…

Decíamos que la interpretación de Frances McDormand es espectacular. Sus mínimos gestos, sus ojos dan más sentido a lo que le pasa que si hiciera ostentación de su drama. 

Woody Harrelson no tiene tiempo de mostrar lo buen actor que es, pero su personaje, con una gran sensibilidad es el que le da el giro a esa historia que se va retorciendo cada vez más.

San Rockwell, que de ese policía tonto pasa a la solidaridad también hace un papel creíble.

Dentro de un elenco que es consistente, Peter Dinklage (Juego de tronos) tiene un pequeño rol, pero bien jugado.

Se nota cuando los actores están contentos y comprometidos con el producto. Allí dan todo de sí, y apuestan a que el filme sea lo mejor. Eso es lo que pasa en “Tres carteles…”

El guión y la dirección son de Martin McDonagh, un dramaturgo y director irlandés. Sus antecedentes teatrales justamente van por mostrar brutalidad, basándose en el llamado teatro de la crueldad, y dentro de él, el lado más extremo. Su primer largometraje Escondidos en Brujas, estuvo nominado al Oscar por el guión.

Acá sabe manejar las emociones, y si bien es tremendamente fuerte lo que ocurre en el filme, nunca aprieta el acelerador. A un hecho terrible, sobreviene una calma que quizás, posiblemente sea lo previo a otra situación alarmante.

La música de Cartel Bruwell, oscarizado y autor de excelentes bandas de sonido, imprime el clima sureño de Estados Unidos, mientras la fotografía de Ben Davis es perfecta donde juega a planos amplios mostrando el paisaje solitario, y los primeros planos cargados de dramatismo.

Si fuera por mí, estaría entre las favoritas para el Oscar…

 

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