Ahora mucha gente está subyugada por Netflix. Este gigante absorbe películas y series y seduce con su catálogo.

Sin embargo, lo bueno no está ahí. Hay que buscarlo en internet. Entender que hay otras cadenas televisivas, comenzando por la BBC (en sus distintos canales BBC2, BBC3, BBCAmérica, de Canadá) y accediendo a excelentes televisoras básicamente europeas, que ofrecen productos de una calidad excepcional, y además de gran entretenimiento.

De Dinamarca llega este telefilm QUEDA, donde se tratan temas que están en boga, de una forma seria, pero, ¿por qué no?, también dentro de un disfrute para el espectador.

Cerca del final del presente siglo, en el 2095, el mundo ha cambiado. Pavorosamente. El agua dulce potable casi ya no existe. Grandes extensiones han sido invadidas por el agua y países enteros han desaparecido. Los desiertos se han ampliado y tener pocas gotas de agua se ha transformado en moneda de cambio, y casi imposible de conseguir.

En ese panorama, los gobernantes anuncian el final del plan QEDA que implicaba a los viajes en el tiempo. 

Aquellos últimos que lo hicieron fueron o están siendo eliminados. 

Una conferencia de prensa lo informa. Sin embargo, el protagonista, Fang Rung,  va a ser quizás el último traslado hacia el pasado.   

La misión (secreta y resistida por la Primer Ministra) tiene dos sentidos. El general, poder cambiar el clima y lograr que el presente no sea tan terrible, y en lo personal, salvar a su hija que se está muriendo porque su cuerpo está minado de sal.

Así, ajustando las coordenadas, Rung se somete a una fusión molecular y envía a la mitad de él al pasado, para llegar a la tatarabuela de la niña, Mona Lundkvist que enseñaba en una Universidad un experimento que luego se perdió (por un accidente aéreo que ella sufre) y que puede salvar a todos.

Pocos días antes de ese vuelo, la parte del protagonista busca hacerse a ella y entabla una relación que puede terminar en algo más, pero la verdadera misión es descubrir la fórmula, para llevarla al futuro.

Pero no sale como él quiere. Mientras la otra parte, espera el regreso del que está en misión en el pasado, este comienza a enamorarse del mundo que era en el 2017. Y decide no volver.

Lo que sigue es lo que ocurre cuando el que está en el futuro va a ese año para llevarlo consigo, y las resistencias que se dan para ello.

Excelente filme danés, donde se muestran posibles mundos futuros, se habla de los viajes en el tiempo, el efecto mariposa, los afectos, los dolores, las alegrías, en un tono sombrío, muy al estilo nórdico, pero que de tan bien narrado fluye para el espectador, como el agua que falta, entre sus dedos.

Esta es una producción de SF Studios, de Dinamarca.

 Está dirigida por Max Kestner, siendo el guión de Dunja Gry Jensen, basado en una historia de él mismo y el director. 

Kestner había dirigido una serie de aclamados documentales como Max by Chance (2004), Blue Collar White Christmas (2004), Dreams in Copenhagen (2009) y Amateurs in Space (2016), seleccionados para competir en IDFA Amsterdam.

Quien se destaca es Carsten Bj0rnlund en los dos papeles, Fang Rung y su otra mitad que viaja al pasado, Gorden Thomas.

Lejos de las locaciones norteamericanas imaginadas en el futuro, las casas donde ocurren los hechos son casi iguales a las de nuestro presente, y solo se muestra la diferencia en el deterioro ambiental, que ha eliminado prácticamente el color y los animales, además de la vegetación.

La música de Vladislav Delay y Jonas Struck es impactante por cómo se adapta a la visión del futuro que muestra QEDA.

La fotografía muestra el contraste entre un 2095 devastado y un 2017 pletórico de color. Excelente.

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