Una versión distinta del Génesis.

Andrés Caro Berta

 

 

Adán, clonado de Dios ("Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra", dice su Padre) debe asumir enseguida de nacer  una serie de condicionantes que lo harán ser como será.

Es hijo único, de un padre posesivo, violento, colérico, arrogante, que asume las funciones de padre- madre; tendrá por compañeros y compañeras seres distintos a él; debe soportar la historia (suponemos) contada mil veces de cómo fue creado, lo deseado que fue, todo lo que se espera de él; tiene que  haber escuchado esto con una enorme carga de asombro, agradecimiento, espanto y  temor (a fallar, a no ser digno de tamaña obra para llegar a él, entre otras cosas).

El Padre, a la noche, antes de dormirse Adán, es posible que le contara el cuento que empezaba con: "había  una vez un mundo donde  sólo existía el cielo y la tierra". Y que seguía con: "el espíritu mío separó la luz de las tinieblas. Y llamé "día" al día, y "noche" a la noche", y todo lo demás (incluidas estrellas, Tierra, Mares, plantas, seres vivos dentro del agua, las aves, otros animales como los domésticos y de los otros, hasta llegar al hijo).  Mientras Adán se acurrucaba en la cama de hojas caídas esperando poder dormirse, escuchaba de su padre que en un arrullo le decía:  "Te hice a imagen y semejanza mía, para que domines, hijo mío, a todos los demás seres vivos".

 "De una fuente que regaba la tierra, tomé lodo, te hice una forma lo más parecida a la mía que pude y le soplé parte de mi espíritu", y Adán comenzaba a adormecerse poniéndole nombres a todos los animales que iba viendo...

También debe haber escuchado alguna vez, de otras creaciones previas a él, falladas y por tanto abortadas, como el caso de Lillith, un tema del cual el Padre prefería no hablar. "Bueno, eso se me escapó. No me hagas caso. Algún día te lo contaré; cuando seas grande..."

 

Ese padre omnipotente y omnipresente debe haber criado a Adán en el convencimiento que era su obra maestra, y que ambos eran los Únicos, aunque luego nos enteramos  que habían otros padres como nuestro Dios.

 

Adán entonces crece adoctrinado por el Padre de que es el vértice de su creación, pero tiene un problema. Se aburre. Eso por su lado.

Por el lado del Padre, éste observa con espanto que su obra es finita. Es decir, no va a tener descendencia.

Entonces decide clonar otro ser humano a imagen y semejanza, poniendo en ello todos los datos de su lado femenino.

Una noche, mientras el hombre duerme, su Padre le hace una intervención quirúrgica y le saca una costilla con la cual construye la mujer.

 

Eva crece al lado de Adán y se siente identificada con él. Son hermanos. Son inocentes. No conocen más de lo que se les ha dicho y se les ha mostrado, no saben de otros como ellos (ni se lo deben imaginar), viven tranquilos con los otros seres que les rodean, y apenas se ven reflejados uno en el otro para conocerse un poco más.

 

Pero, hay una víbora que tiene el hombre que crece cuando este se excita, y que compite con el falo que tiene el padre.

Así, Eva descubre tal parte de la anatomía y comienza a hablar con ella, lo que estimula mucho a Adán, pero también lo confunde.

Los juegos pasan a tornarse cada vez más sensuales, y en medio de todos estos descubrimientos, se encuentran con un árbol muy especial. El Árbol del Conocimiento o el Saber.

Guiada por la sensualidad emergente, deseosa de aventurarse más allá del temor hacia el padre de su compañero (finalmente ella es hija de Dios, pero esencialmente lo es de Adán, de quien también es hermana y compañera), toma del fruto y se lo da al hombre.

Éste prueba y se produce el milagro.

Como el "Ábrete Sésamo" de Alí Babá, el mundo comienza a tener otros sentidos, se les despierta la curiosidad por lo que les rodea, descubren que los colores, las formas, ellos son distintos.

Aparecen las preguntas, faltan las respuestas...

Y encaran al padre. Le preguntan.

Y éste se llena de espanto.

Como si se tratara de hijos de desaparecidos, cuando quieren saber su origen, quiénes son, por qué están allí, el creador de ese mundo siente que el mismo comienza a desdibujársele.

Ya no puede mentirles con las historias pueriles; ahora están grandes y quieren saber la verdad, como cuando en nuestros días, "los reyes pasan a ser los padres", en algún momento de nuestra infancia.

Así, el Padre trastabilla, se confunde, observa con pánico que pierde Poder, que sus hijos se le rebelan y dudan de la veracidad de la historia contada mil veces.

Reclaman, dudan de la paternidad, quieren saber  y eso, para algunos padres, más allá del placer, es un fastidio.

Protestan, la serpiente juega un rol importante libidinal, los excita pero también este vínculo los llena de culpas.

Culpas impuestas, además, por ese padre-madre todo poderoso, y furioso por la rebelión de sus creaciones.

Así les hace ver su desnudez, su pecado carnal (son hermanos pero no lo sabían), se asume como víctima de la situación y decreta calamidades futuras a raíz de la osadía de querer crecer y querer saber.

Le promete a ella que la va a pasar mal en cuanto al trabajo y el parir, será la sometida del marido, en tanto a Adán le advierte que por su culpa la tierra será maldita, deberá agotarse para sacarle los alimentos, hasta que volverá a ser el polvo que era cuando él lo rescató del barro.

 

Quizás Adán quedó un tanto enojado con su padre ya que en medio de todo ese escándalo (los demás animales miraban asombrados) le da  un nombre a su mujer:"Te llamarás Eva, -le dice- es decir VIDA, ya que serás la madre de los hijos que vendrán".

 

Los pobres hijos, nuestros padres primigenios, asumen todas las culpas y sienten que no son dignos de tan fantástico padre que los creó- crió.

Para colmo, (nunca sabremos si en algún momento ellos se rebelan), son expulsados de la casa en la que siempre vivieron.

No sin antes insistir en todo lo que les va a pasar.

 

Cuando se abre la puerta, el Padre los mira atentamente, rodeado de gente como él y dice: "Miren, allí va Adán, el que comió del árbol del conocimiento. Cerremos la puerta, no sea cosa que coma del árbol de la vida y se convierta en uno más de nosotros". (Parece que las palabras cercanas a la realidad habrían sido: "Ved aquí a Adán que se ha hecho como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal; ahora, pues, 'echémosle de aquí', no sea que alargue la mano y tome también del fruto del árbol de conservar la vida, y coma de él y viva para siempre") Cuando se va la pareja, exiliada, expulsada, denigrada, pone  a un Querubín "con espada de fuego, que andaba alrededor para guardar el camino que conducía al árbol de la vida".

Suponemos los gestos afirmativos de los otros padres, apenados por lo ocurrido a Dios, y fastidiados por esa raza rebelde de humanos que osan querer saber y disputarles el Poder.

 

Afuera, Adán y Eva comienzan una vida más ligada a las responsabilidades de ser adultos.

Deberán trabajar, sudar para ganar el sustento, tendrán hijos, estos les darán nietos, la mesa familiar se llenará de bullicio, habrán luchas entre hermanos, los primos no se llevarán con los de allá, estos se recluirán en otro lugar y generarán otra familia, habrá guerras, también encuentros maravillosos, deberán luchar contra la naturaleza, comerán, amarán, sufrirán, y finalmente, morirán.

 

Mientras tanto, Dios se siente solo. Ya no es lo mismo el Paraíso sin esos niños traviesos que correteaban por ahí, felices mientras él los vigilaba y controlaba.

 

Entonces, decide un acto heroico. Sale también él de su encierro y va a visitar a Adán y Eva.

Pero no puede con su genio. Los insulta, les dice lo pecadores que son por no haber aceptado su autoridad, enemista a unos con otros, y finalmente se recluye feliz y desahogado, no sin antes nombrar un nuevo hijo que deberá morir por los pecados cometidos por todos los que seguimos a Adán y Eva, para que la culpa se perpetúe.

 

Pobre Dios- Padre, otra historia sería si se hubiera conseguido una compañera...

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