Y tu cuerpo se acurruca en el mío,
dormitando por el cansancio...
Andrés Caro Berta
Y tu cuerpo se acurruca en el mío,
dormitando por el cansancio,
por el placer expelido poro a poro.
Y yo te miro.
Rozo, con miedo a sacarte
del ensueño,
tus mejillas, tu nariz, tu boca.
Y te beso,
casi sin tocar tus labios.
Miro tu espalda, larga y curvada,
veo y palpo tus nalgas.
Bajo mi boca a tus senos y
succiono de unos rojos pezones,
tu líquido imaginado.
El sol del mediodía comienza a recostarse
en el horizonte
y el cuarto poco a poco se oscurece,
y me gana el deseo de poseerte.
El deseo de tenerte, y es ahí cuando despiertas.
Y me miras.
Y como leyendo en mi mente
("¿Una vez más?")
me besas larga y apasionadamente
y me dices: "Yo, también".
Y otra vez juntos iniciamos el juego.
El hermoso juego de querernos,
de compartir el tiempo y el espacio del placer.