Los demócratas (Hollywood lo es en su gran mayoría) atacan de nuevo. Y lo hacen por lo grande. A través del cine, sabiendo que con buen director, y excelentes actores, sumado a un fluido guión hecho por Liz Hannah y Josh Singer sobre un hecho concreto, real, pueden insuflar a la gente para que cuestione una vez más a un Presidente, en este caso, Donald Trump.
LA JUGADA NO ES INOCENTE. ES UN ACTO POLÍTICO CON TODAS LAS LETRAS
Ocurre que desde que Trump comenzó su presidencia, ha atacado a la prensa, y en especial a los grandes periódicos acusándolos de noticias falsas. Se ha burlado de ellos, ha prohibido el acceso de sus periodistas (la escena final con un Nixon dando órdenes de que no ingrese a la Casa Blanca nadie del Post es una clara burla a este hecho) y además ha acusado a través de sus twitters al Washington Post (como a otros) de las cosas peores que se pueda imaginar, en un lenguaje soez, además.
Entonces, aparece esta película. En un momento muy delicado de su carrera, donde se puede llegar a impeachment. Y le da tremenda cachetada al gobernante, donde más le duele. Contraataca con argumentos, saca paralelos con lo que ocurrió con la guerra de Vietnam y las mentiras que se sostuvieron por demasiado tiempo ocultas a los norteamericanos (que la guerra estaba perdida para Estados Unidos pero se decía lo contrario) y la situación actual de la Nación.
Así, reivindica el valor de la prensa libre, apoyada por las autoridades de la Justicia, y hace frente a Donald que pretende silenciarla.
“LA PRENSA DEBERÍA SERVIR A LOS GOBERNADOS Y NO A LOS GOBERNANTES”
Cerca del final, cuando una de las periodistas recibe el dictamen de la Corte Suprema sobre el diferendo de publicar material secreto, le transmiten la opinión del Juez Black: “Los Padres Fundadores dieron a la prensa libre la protección que debe tener para cumplir su papel esencial en nuestra democracia. La prensa debería servir a los gobernados, no a los Gobernantes”, esto dicho con varias pausas, música de circunstancia, cámara moviéndose hacia el rostro de la periodista que dice “gracias” y se emociona. (Y el espectador, también)
CINE POLÍTICO DE CALIDAD
Excelente película política, donde se puede observar todo lo previo. Nada es blanco o negro. El propio diario es capitalista. Ingresa en la Bolsa de Valores, hay banqueros que se benefician o no según funcione el Post, la dueña, apenas viuda del anterior propietario, no las tiene todas consigo, es mujer, en un mundo machista, entró en el directorio por el suicidio de su esposo, y no por sus credenciales, el editor debe luchar con sus consultores, los abogados amenazan que todos pueden ir presos si publican esos archivos, quien valientemente fotocopió miles de hojas puede ir encarcelado durante el resto de su vida… En fin… Todo llevado de la mano brillante de un Steve Spielberg que sabe muy bien de los tiempos cinematográficos y de cómo emocionar a los espectadores.
Y como decía anteriormente, las comparaciones permanentes con la política norteamericana actual.
Si bien no hay una guerra como la de Vietnam, sí se dan paralelos que pegan una y otra vez contra la cabeza de Trump y su grupo.
LA SOMBRA DE WATERGATE
La referencia a Todos los hombres del Presidente es inevitable. Y ahí también hay paralelos, porque la escena final de The Post es un mensaje clarísimo a los políticos. La historia vuelve a repetirse.
El filme, como escena final, termina con el ingreso de un vigilante policial nocturno al edificio Watergate que ante lo que ve llama al 911, para denunciar que algo no está bien ahí.
Se sabe luego lo que pasó. Nixon cayó, tuvo que renunciar.
¿Trump lo hará? ¿Tirará la toalla? Es un peso pesado. No será fácil… Pero…
LOS ACTORES, EL DIRECTOR, GUIONISTAS, TÉCNICOS
Meryl Streep, una vez más está excelente interpretando a Katharine Graham, dueña del Post (quien murió en 2001); Tom Hanks sale de su acartonamiento y resulta un convincente Ben Bradlee (el editor, fallecido en 2014)
Entre los papeles secundarios se destacan muchos. Quizás merecía más protagonismo un excelente Michael Stuhlbarg, interpretando a Abe Rosenthal, director ejecutivo de New York Times.
La música de John Williams es perfectamente adecuada a la temática.
¿Y qué decir de Spielberg…?
Vale la pena ver el filme. Es una clase de cine, una clase de buen periodismo, y una trompada al inquilino de la Casa Blanca.
No va a despertar mucho entusiasmo en aquellos que gusten del cine industrial, con golpes y tiros incluidos, pero sí en personas más interesadas en un cine y un periodismo de calidad.