No escupirás en la mano que te da de comer.

No destruirás aquella relación que con amor has construido.

 

Andrés Caro Berta

 

No escupirás en la mano que te da de comer.

No destruirás aquella relación que con amor has construido.

Amarás con condiciones pero con entrega y confianza a quien has elegido.

Siempre buscarás un lugar y un tiempo para demostrarle lo feliz que te hace

el compartir el tiempo con él.

Una vez que diste un paso, y si el otro no te lastima, ni agrede física y moralmente,

no permitirás ni el insulto ni el agravio tuyo, ni la descalificación al otro.

El otro es un ser independiente a ti que te ha elegido

con tus virtudes y defectos.

En esa base está asentada la relación.

Respétalo con sus virtudes y defectos.

Perfecciónalo pero a partir de lo que es.

Si no te entregas de cuerpo y alma es porque algo dentro tuyo te detiene.

No te llenes de culpas por eso.

En ese caso, es mejor que te alejes y veas a la distancia qué está pasando.

Quizás aquello que creíste era amor, tan solo fue deslumbramiento.

Nacemos con un guión que nos han preparado nuestros padres.

Lo siguen construyendo sobre nosotros.

Cuando llegamos a la adultez, es tiempo de que lo revisemos

y en base a lo que fuimos, construyamos nuestro propio guión

donde seamos reales protagonistas.

Somos nosotros los que debemos elegir a quienes están a nuestro lado,

No hacerlo escuchando las voces de alrededor y actuando en consecuencia.

El otro puede creer en otros dioses, o en ninguno.

El otro puede gustar de lo que no te gusta.

El otro puede sentirse a gusto en actividades y con gente que no te interesa.

El otro puede trabajar en cosas que no entiendas.

El otro puede desear cosas que tú no deseas.

El otro puede ofrecerte su mundo para que lo conozcas.

El otro puede desear que seas de él

y luchar para que ello ocurra y se sostenga

sin tú sentir que eso es una posesión peligrosa,

porque, en definitiva,  siempre eres tú quien marca el límite.

No puedes construir una relación a través de la permanente descalificación,

ni la burla hacia lo que es, cómo se viste, cómo habla, cómo trabaja, piensa o escribe.

No puedes después exigirle pasión, entrega, confianza.

Tú eres quien debes día a día generar el piso donde se apoye la relación.

Y compartirlo gozosamente con él para que también permitas que él haga lo mismo.

Las posesiones terrenales son el sostén, el soporte con la realidad,

pero no son lo esencial.

Lo importante está en el vínculo.

Si este se basa en la descalificación, la agresión, el insulto, el miedo, la desconfianza, es que no hay amor.

Puede haber agradecimiento, enamoramiento, pero no amor,

Porque falta la entrega y la confianza en el otro.

El tiempo transcurrido nos marca nuestra edad de permanencia en esta realidad.

No lo desprecies.

Acepta los años que tienes,

vive en armonía con ellos.

Lo que no hiciste ya no lo podrás hacer.

Pero tienes muchas otras cosas por vivir.

Que sean con felicidad.

Construyes tu pasado

cuando haces lo posible para generar futuros luminosos,

que al convertirse en presentes gozosos,

se transforman en pasados para recordar gratamente.

Así se construye el edificio en el que moras.

No desprecies las oportunidades que te aparecen.

De cada una de ellas sacas un ladrillo para armar

tu hogar.

Si dudas permanentemente de lo que sientes por el otro,

lo que el otro te da,

lo que hubieras querido y no tienes,

lo que quisieras y crees que no vas a lograr,

lo terrible que se avecina,

el mal que harás a los otros por tus decisiones,

te paralizas y no avanzas,

pero tampoco permites que avancen los demás.

En ese caso, aléjate.

Toma distancia.

Mira a lo lejos el panorama.

y decide.

Sea cual sea tu decisión será tuya

y eso es lo válido.

Pero una vez tomada,

debes sostenerla para actuar con coherencia contigo y con el otro.

El otro, para edificar necesita lo auténtico que anida en ti.

Necesita, si es que lo has elegido,

tu apoyo, tu entrega, tu deseo, tu imaginación, tus fantasías,

tu pasión, tu alegría por estar junto a él, tu orgullo, tu estímulo.

Y tú debes exigírselo, también

para crecer a su lado.

De lo contrario, aparecen el rencor, la angustia, los miedos,

las inseguridades, el fastidio, el aburrimiento, el desinterés.

En tus manos está la llave de tu futuro.

Elige cuál quieres y abre la puerta.

De lo contrario, aléjate de ella.

 

 

Fragmentos del evangelio apócrifo de Andrés, el Celta.

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