El monje de la cabeza rapada le dijo:"Te traigo la buena nueva"

El sacerdote le dijo: "Te traigo la buena nueva"

 

Andrés Caro Berta

 

El monje de la cabeza rapada le dijo: "Te traigo la buena nueva"

El sacerdote le dijo: "Te traigo la buena nueva"

El rabino le dijo: "Te traigo la buena nueva"

El pastor le dijo: "Te traigo la buena nueva"

El gurú le dijo: "Te traigo la buena nueva"

El anunciador le dijo: "Te traigo la buena nueva"

El guerrillero le dijo: "Te traigo la buena nueva"

El padre le dijo: "Te traigo la buena nueva"

La madre le dijo: "Te traigo la buena nueva"

Cada uno de su familia le dijo: "Te traigo la buena nueva"

El vendedor de seguros le dijo: "Te traigo la buena nueva"

El cantante le dijo: "Te traigo la buena nueva"

Su pareja le dijo: "Te traigo la buena nueva"

Su terapeuta le dijo: "Te traigo la buena nueva"

La maestra le dijo: "Te traigo la buena nueva"

El dirigente sindical le dijo: "Te traigo la buena nueva"

El político le dijo: "Te traigo la buena nueva"

Dijo: "Gracias"

Pero se sintió incómodo consigo mismo. Y culpable por no corresponder a la altura de estos señores que tan desinteresadamente le ofrecían la buena nueva.

Al día siguiente, el monje de la cabeza rapada, el sacerdote, el rabino, el pastor, el gurú, el anunciador, el guerrillero, el padre, la madre, cada uno de su familia, el vendedor de seguros, el cantante, su pareja, su terapeuta, la maestra, el dirigente sindical, el político y otros más pasaron a cobrarse la cuenta.

 

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