La sexualidad, sus límites y excesos, el deseo, la prostitución, el sadomasoquismo y otras fantasías que algunos se atreven a realizar, es un terreno cargado de simbolismos, de miedos, tabúes, donde la patología y el pecado tiñen de significados cargados de moralina, aquello que forma parte de todos nosotros.

Así, cada uno verá el vínculo sexual según se le haya enseñado desde niño, las anteojeras estarán tiñendo su propio concepto y sus miedos, sus deseos, sus búsquedas en las zonas oscuras que todos tenemos.

Esta película sobre el final autoimpuesto de la carrera de este superdotado, que supo generar un imperio alrededor suyo y que, desde hace mucho tiempo se tornó una leyenda viviente es un interesante testimonio de su sentir, de su hacer dentro y fuera de los sets, y el entorno que lo rodea.

Es notorio que la parte más cruda de su carrera está obviada en esta oda. Apenas se menciona que es un tipo rudo, que hace sufrir, que gusta de ser dominante, que siente placer en los extremos, pero este documental busca mostrar como flashes apenas (pero oportunos) aspectos de su interior que quizás no están tan conocidos.

Rocco siempre fue un personaje del porno, muy particular. Quien haya visto sus películas habrá podido captar, si trasciende lo meramente presentado en la pantalla, que tiene un rasgo de sensibilidad que lo hace distinto de otros de esa industria. 

Recuerdo un filme donde, al final, luego de los créditos reunía a todos los actores y actrices que habían participado en esa fantasía alocada, cargada de un sinfín de escenas escabrosas, y les hacía preguntas espontáneas de cómo se habían sentido y hasta permitía que alguna de las mujeres dijera críticas hacia lo que había tenido que hacer. Y todos terminaran en un clima distendido luego de finalizar la filmación.

Rocco está llegando al final de su carrera como actor y productor. La edad avanza pero por sobretodo sus dos hijos ya adolescentes, le hacen ver que no quiere que lo observen en lo que hace.

Así, prepara su último acto. Una cruz será la que cargue previo a ser protagonista de su réquiem. Curiosamente lo hará en un lugar emblemático del porno duro, en Los Ángeles. Kink.

Entre medio, el filme bucea de forma muy bien realizada con cámaras que lo rodean, en recuerdos, en registrar quienes lo rodean, las reacciones de las mujeres que participan con él en esos metrajes y se cuelan temas polémicos e interesantes.

El principal es su vínculo con la madre. Con lágrimas, frente a la cámara confiesa el dolor de la muerte de un hermano, y las consecuencias graves de esa mujer que hasta su desaparición dejó de reír.

Pero agrega que una vez, de niño ella lo vio masturbarse y al sentirse observado se sintió avergonzado, hasta que ella le dijo que estaba bien y que veía que se había convertido en hombre.

Desde ese momento, Rocco genera un vínculo edípico con ella, y profesa un amor absoluto, que (uno puede leer entre líneas) se mezcla y confunde con todas las mujeres con las que mantiene esas intensas relaciones sexuales.

Un episodio con una amiga de esa madre, cuando esta muere, es casi para un manual de psicoanálisis.

Pero no es lo único, aparece otro personaje, su primo, Gabrielle que ante el miembro desmesurado de Rocco, no puede competir y se convierte en su íntimo director de fotografía, acompañándolo para todos lados y siendo un asexuado partícipe de todas esas mujeres ardientes que pululan los sets.

El final de la carrera de Rocco es para él, también un cierre y un futuro incierto.

Otro aspecto interesante son las confesiones de las actrices para con su propia sexualidad. Ahí, surge la polémica sobre el feminismo y los límites a los que una mujer puede llegar a tocar y superar. El querer ser dominadas, el desearlo, el confesarlo, el no sentirse por ello menos mujer es algo que hace cuestionar muchos discursos feministas.

Y por último, apenas rozado (lo cual es tramposo) la industria del porno, cargada de mafiosos prostituyendo jóvenes y hermosas mujeres que pasan a ser objetos sexuales, que rinden sus buenos dividendos. Aquí, se muestra lateralmente en un personaje muy desagradable de Los Ángeles.

La película no es para cualquier paladar. No por lo que muestre, porque la sutileza está presente permanentemente, sino porque deja entrever algo que siempre fue, es y será marginal. Las perversiones humanas. Nuestro lado oscuro. Lo inconfesable, que este Rocco muestra con total ingenuidad (al menos en este documental)

El filme que puede verse por Netflix habla más que de Siffredi, de Rocco Tano, su verdadero apellido.

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