La verdad es que me llamó la atención este estreno de Netflix, tan anunciado. Hubo dos películas previas (que asumo que no vi), pero todo el tema espacial, ligado a J.J. Abrahams como productor, prometía.
Sin embargo, cuesta mucho terminar de ver este mamarracho espacial que se vale de cientos de ejemplos anteriores, hace un pastiche y genera algo que no veía desde hace mucho tiempo.
Y es la acumulación de los lugares comunes.
Este filme logra que uno como espectador, sepa lo que se viene en la siguiente escena.
Veamos apenas algunos ejemplos: Acá, como hoy los negros no son los primeros en morir en las películas, a quien le toca la primera partida es al ruso, personaje protestón y medio oscuro, a pesar de su color rubio. (Los rusos, hoy tan cuestionados en la política norteamericana)
Otra que marcha es la china, mmmmm, quien además no deja de hablar en su idioma, algo que se contradice con el sentido común de comunicarse en un idioma en común.
Ah, perdón. No les hablé de la historia que se cuenta. Bueno, aquí voy.
Todo es muy desordenado. La vida en la Tierra en el 2028 está a punto de desaparecer por una crisis energética. Todo depende de una estación espacial donde un generador devolvería a nuestro planeta la energía necesaria para nuestra existencia.
Pero, por más que lo intenten, los técnicos de dicha nave, fracasan.
Entonces, de entrada, en un estancamiento de autos, una pareja conformada por la muchacha negra, científica, y su pareja, negro y doctor entablan la primera charla trascendente. Él le dice que se vaya nomás al espacio, aunque pasen más de seis meses sin verse, porque… la Humanidad está primero. Ella se niega (apenas unos segundos) y así, la vemos casi enseguida, junto a un grupo de científicos de varios países luchando en la estación espacial para recuperar lo poco que va quedando.
Y claro, otro lugar común. En el siguiente intento de salvar al mundo (ya van varios) fracasan. Y quedan tres más y nada más. Así, como espectadores ya sabemos que los dos que siguen no van a servir y al final, en el último está la solución…
Como ya el tema de los aliens es muy manido, aparece otro peligro, una mujer que surge de la nada y que es muy misteriosa y que viene a buscar al alemán del equipo porque… en su dimensión él es el malo de la película.
Antes de eso, muere el ruso, les decía. Y ahí sí es la secuencia más parecida a Alien. Desaparecen los bichos (tipo gusanos grandes) de una cubera, y resulta que, no van a creerlo, están dentro de él, y después de que se le tuerzan los ojos y la piel se le estire, comienza con convulsiones y… no se imaginan lo que sale de su boca, mientras va muriendo… Los gusanos. Todos… Y no aparecen más en la película. ¿Para qué estaban en la nave…? Un misterio que solo los guionistas saben. O no.
Volvamos a la mujer misteriosa. Ella resulta que es de otra dimensión. En ese mundo paralelo, más allá del lío que trae con alemán que acá es bueno pero allá no, le cuenta a la muchacha negra del principio que esta en su mundo es amiga de ella, y que los dos hijos que acá están muertos en un incendio, allá están vivos. Lágrimas, lágrimas… Más lugares comunes que se desatan de ese revelador dato.
Lo que sigue son explosiones misteriosas dentro de la nave, necesidad de reparaciones que se frustran, objetos que vuelan libremente por el espacio, uno que pierde un brazo, y este aparece suelto y camina (como en los locos Adams) y además es inteligente y hasta les escribe (cuando le alcanzan una lapicera un mensaje tratando de ayudarlos.
La tontería avanza en The Cloverfield Paradox, con un lugar común atrás del otro.
Ya cerca del final, cuando quedan tres astronautas (ah, porque es necesario que vayan muriendo trágicamente uno a uno) logran en el último intento (¿se acuerdan?) hacer funcionar el aparato que va a salvar a la Tierra, y regresan a nuestro planeta solo dos: el alemán y la negra.
Todo es genial. Aleluya… Pero había que preparar el cierre para que haya una cuarta película… entonces… de la nada, cuando ellos dos están bajando en la cápsula, el esposo de la muchacha se entera que están llegando y grita en el celular que no los dejen aterrizar, que no, que no porque aparece un… Bueno, no se los cuento…
Huya si puede… Y si quiere, vea de nuevo Alien y sus secuelas. Al menos, estaban bien hechas…
La dirección de Julius Onah, yo que sé… El guión de Oren Uziel y Doug Jung es el culpable de todo este desastre espacial.
En el reparto está Chris O’Dowd, un buen comediante irlandés que vimos en la serie The It Crowd y aquí está totalmente desperdiciado.
El resto… La película… para una tarde aburrida de televisión…